Estamos practicando y experimentando en nuestro grupo de meditación semanal cómo la respiración está ligada con los procesos de pensamiento.
De tal manera que, cuando la respiración es superficial (clavicular, pulmonar) y rápida (la exhalación es igual o menor que la inhalación), los pensamientos son dispersos y abundantes, rápidos. Si aprendemos a ser conscientes de la respiración y ralentizar su ritmo aumentando su profundidad (abdominal), la mente entra en estado de concentración.
Otro indicativo de estabilidad y serenidad mental es cuando se produce de manera natural, una pausa después de la exhalación, es lo que en el zen se denomina «mente vacía».
Así pues, la respiración es nuestra eterna compañera y lazo con la vida; Lo que en el hinduismo llaman «`prana» dándole cualidades más allá del puro «oxígeno» o aire que respiramos, sino como energía vital. Con la práctica de «pranayama» o técnicas de respiración aumentamos la conciencia de este proceso en el cuerpo y su manejo para mejorar nuestra salud y bienestar.
Así como respiras, así piensas,
así como piensas, así sientes,
así como sientes, así actúas….
Así como actúas… así vives
Los Vedas son las escrituras sagradas del hinduismo, y están considerados los textos religiosos más antiguos de todo el mundo. Se cree que fueron compuestos hace al menos 3.500 años, y constituyen una vasta recopilación de himnos, encantamientos mágicos, apasionantes relatos mitológicos y fórmulas sagradas para alcanzar la iluminación.
En estas escrituras encontramos fórmulas de conocimiento entre las que se incluyen lecturas que reflejan el carácter sagrado que tiene la RESPIRACIÓN para el ser humano como este cuento:
«Los ojos, el oído, la mente, y el aliento entablaron una acalorada discusión sobre quién era más importante para la vida.
Después de una larga disputa, llegaron a la conclusión de que cada una de ellas se alejaría del cuerpo para comprender qué sucedería.
La vista se alejó y los ojos se cegaron (daba miedo pero la vida siguió sucediendo),
El oído se alejó, y todo pareció pararse de repente (era raro, pero la vida siguió dándose)
La mente entonces se alejó, y dejó al cuerpo como en estado de coma (pero éste no murió), a pesar de todo siguió con sus funciones, parecía trabajar solo
Cuando le tocó el turno de alejarse al aliento, la vista, el oído y la mente sintieron una fuerte sacudida, como si fueran arrancados, y de inmediato suplicaron al aliento que nunca más abandonara al cuerpo.»
Y así, aunque no la veamos, no podamos oírla o darle muchas veces nuestra atención, la respiración se volvió sagrada porque es nuestro LAZO CON LA VIDA