LA TERAPIA DE PAREJA

Las parejas vienen a terapia tras intentar soluciones propias, consultar con familiares y amigos, posiblemente ya con un recorrido (rupturas o distanciamientos, crisis por cambios vitales, infidelidades, crianza de los hijos…) y una tensión emocional alta.
Para el terapeuta que trabaja desde la Gestalt, en todo el proceso de terapia con una pareja es importante estar atento al nivel de compromiso y establecer claramente los límites. También observar y no entrar en la «triangulación»: Se trata de no participar en la tendencia que puede tener la pareja de «poner al terapeuta a su favor» colocándole en una posición de juez o tratando de buscar espacios aparte de las sesiones para contarle cosas… Las primeras sesiones semanales de trabajo irán dirigidas a identificar cuáles son los patrones de relación que se están manifestando,

 

 

conocer las verdaderas motivaciones de cada uno de los miembros para estar en la pareja y separar los problemas que tienen que ver con la relación de otros (pertenecientes a la problemática individual de cada miembro o a las familias de origen). También se revisarán los modelos de pareja de cada uno de los miembros y como fue el «contrato» que firmaron para estar juntos (tal vez haya que revisarlo, cambiarlo, poner «cláusulas»…).
En ocasiones una ver trabajadas las primeras sesiones de pareja, el tratamiento terapéutico se complementa combinando estas sesiones con trabajos individuales con los miembros.

También saber que hay parejas que supuestamente vienen a «arreglar» su relación para continuar juntos pero durante el transcurso de las sesiones se dan cuenta de que su deseo es poder tener/hacer una buena ruptura (éste también es un buen motivo para asistir a terapia de pareja).

Desde la terapia Gestalt se afirma que la pareja se fundamenta en tres pilares: Intimidad, compromiso y sexualidad. Otro principio que funda a la pareja es la igualdad: Quiere decir que ambos miembros de la pareja tienen el mismo nivel, igual valor.

La pareja no nos va a dar la felicidad, pero nos puede ayudar a crecer. De hecho, es un espacio ideal para el crecimiento personal, porque con ella nos despedimos del niño/a que fuimos e ingresamos en el mundo de los adultos.
En la pareja activamos esquemas afectivos y pautas de relación que pueden tener que ver con cómo vivimos la relación de pareja de nuestros padres o los «ideales» que hemos construido sobre lo que debe ser una relación de pareja

Condiciones para el bienestar de la pareja
(Tomado de «El buen amor en la pareja» Joan Garriga)
-Que sea fácil, que fluya sin demasiado esfuerzo. Podemos modificar un poco las pautas afectivas y de relación que hemos aprendido, resolver asuntos emocionales pendientes construidos desde la niñez. Debemos saber que hay muchas parejas que se quieren pero construyen su relación sobre la base de un amor neurótico que no suma a sus miembros, sino que resta.
-Ninguna relación lo completa todo: El mito de la «media naranja» fortalece la idea neurótica de que la pareja nos va a «salvar» de nuestros problemas o va a cargar con nuestras responsabilidades. La pareja es un espacio para compartir y también dos individualidades que deben respetarse y aceptarse tal cual son.
-Que exista compañerismo y amistad entre los miembros. Que puedan compartir sus peculiaridades, gustos, intereses, diferencias… La pareja es una relación de acompañamiento.
-Tener fe y confianza en el otro miembro de la pareja: Compartir en la pareja el compromiso que se quiere tener. Tener la sensación de que el otro quiere nuestro bien y no nos va a dañar conscientemente.
-El deseo espontáneo de que el otro esté bien, por encima de nuestros miedos y carencias. Que haya también un equilibrio entre el dar y tomar, no fomentar vínculos de «endeudamiento» tipo «yo le quiero más que él a mí…».

Olga Prieto Blanco