El niño (utilizamos el género neutro para referirnos a niños y niñas), nace sin miedo a morir, los más pequeños comparan de manera natural la muerte con estar dormido.
Entre los 2-5 años tienden a interpretar la muerte como algo literal, concreto ( por ejemplo, si les decimos que el fallecido se ha ido, creerán que volverá o los ha dejado) y necesitan una aproximación directa y sencilla, con seguridad y calidez. Podrán expresar emociones y sentimientos asociados a la pérdida a través del juego.
El niño de 7-12 años puede entender a nivel cognitivo la muerte pero tener dificultades con emociones más complejas (como la culpa o impotencia) llegando a asociar el hecho de haber «hecho algo malo» con la pérdida.
Con 10-12 años pueden buscar apoyo en su grupo de iguales, sentir miedo por ser visto como «diferente»/»débil» ya que están en búsqueda de su identidad y pertenencia. Otras veces pueden «hacerse mayores de repente» asumiendo roles que no les corresponden por su edad. O sentirse irritables, agresivos o susceptibles por la dificultad de expresar emociones como la tristeza o el miedo.
CÓMO COMUNICAR UN FALLECIMIENTO
CLAVES
-Comunicar la muerte y también si habrá algún cambio vital importante (en la convivencia, el hogar…
-Emplear un lenguaje simple y sin ambigüedades
-El niño no sabrá cómo reaccionar y necesitará sentirse escuchado y acompañado en su sentir y sus dudas o inquietudes
QUIÉN SE ENCARGARÁ DE HACERLO
Siempre que sea posible un pariente, alguien cercano a la familia y con conexión afectiva con el niño. Si el fallecido es uno de los padres y el otro es el que lo comunica, conviene que haya otra persona con la que ambos (adulto y niño) tengan buena relación y pueda moderar o acompañar en las reacciones emocionales.
CUÁNDO
Lo antes posible, cuando el adulto afectado se haya recompuesto mínimamente del impacto y antes del entierro para dar la oportunidad al niño de acudir si lo desea a los rituales de despedida (si la edad del menor le permite considerar su deseo de asistir o no)
DÓNDE
En un lugar tranquilo que permita un tiempo para la adaptación al suceso, que sea familiar para el niño y no cerca de la noche
CÓMO
Empleando un tono de voz cálido, con información clara y concreta. Contar sobre lo que es la muerte como el fin de las funciones vitales (no respira, no ve, con camina…) explicando brevemente el suceso (iba en una moto y tuvo un accidente, estaba muy enfermo…). Dar espacio a las preguntas del niño y sus reacciones respondiendo con sinceridad transmitiendo el sentimiento de seguridad y cuidado
ACTIVIDADES QUE LES PUEDES PROPONER
-Estimular la expresión de emociones mediante cuentos donde escribir y dibujar
-Pintar libremente sus sentimientos, recuerdos, modelarlos con barro/plastilina
-Pintar mandalas para facilitar la expresión y relajación
-Utilizar muñecos o títeres para que inventen historias o las representen
-Manualidades para alejar miedos (como el «atrapasueños»)